¿Has oído hablar alguna vez de la curva de calibración? En química analítica y metrología, es imprescindible entender este concepto para asegurar la calidad y la precisión de cualquier resultado obtenido en un laboratorio.
En este artículo vamos a contarte qué es la curva de calibración, cómo se calcula y cuáles son sus múltiples aplicaciones. ¿Nos acompañas?
¿Qué es la curva de calibración?
Empecemos por lo más importante, ¿qué entendemos por curva de calibración? Fundamentalmente, una curva de calibración o curva de calibrado es un gráfico que sirve para medir la concentración de una sustancia (analito) en una muestra desconocida.
Esta curva se elabora midiendo la respuesta de un instrumento ante varias muestras de concentraciones conocidas. Así, establece una relación proporcional y reproducible entre una medida instrumental y la concentración de un compuesto en una muestra.
Por tanto, este método se basa en la relación proporcional entre la concentración y una determinada señal analítica. Conociendo esta relación, podemos estimar y obtener la concentración desconocida mediante una ecuación.
Para qué sirve una curva de calibración
Una curva de calibración puede tener un amplio abanico de aplicaciones en campos científicos y técnicos: desde laboratorios de investigación hasta procesos industriales, en áreas como la farmacología, la biología y la ingeniería.
Entre sus funciones clave podemos destacar:
- Determinación cuantitativa.
- Validación de métodos analíticos.
- Control de calidad.
- Comparación de diferentes métodos o instrumentos de medición.
- Identificación de límites de detección y cuantificación de un método analítico.
- Corrección de interferencias en una muestra.
Cómo hacer una curva de calibración
Entonces, ¿cuál es el método más efectivo para calcular una curva de calibración? Pues bien, estos son los pasos a seguir:
- Preparación de estándares. Para empezar, tienes que preparar soluciones con concentraciones conocidas (analitos) de la sustancia que vayas a analizar.
- Medición de la respuesta. Una vez listos los estándares, llega el turno de preparar la respuesta del instrumento o método para cada uno de ellos. Por ejemplo, esto podría ser una señal eléctrica en un espectrómetro o un cambio de color en un análisis químico.
- Construir la curva de calibración. Tras la interpolación y extrapolación, tendrás que trazar un gráfico que incluya las concentraciones en el eje horizontal o de ordenadas (X) y las respuestas medidas en el eje vertical o de abscisas (Y). Idealmente, se trata de una regresión lineal, lo que facilita mucho la interpretación de la curva.
- Uso de la curva. Por último, para determinar la concentración de analito de la disolución, llega el turno de analizar e interpretar la curva de calibración.
El papel de la Ley de Lambert y Beer
La Ley de Lambert-Beer, fundamental en química analítica, juega un rol clave en la construcción de curvas de calibración.
Esta ley establece que la absorbancia de una muestra -es decir, la cantidad de luz absorbida por la misma- es directamente proporcional a la concentración del analito y a la longitud del camino óptico.
Por tanto, la curva de calibración, que se obtiene siguiendo esta ley, refleja una relación lineal entre absorbancia y concentración, y nos permite obtener un cálculo realmente preciso.
Parámetros críticos en la curva de calibración
Entre los parámetros más importantes relacionados con la curva de calibración hay que mencionar:
- El límite de detección y sensibilidad. El límite de detección de la curva indica la menor concentración que puede ser medida con fiabilidad, mientras que la sensibilidad se refiere a la capacidad de la curva para detectar cambios en la concentración.
- Su validación y reproducibilidad. Es crucial validar la curva de calibración para asegurar su precisión y reproducibilidad, lo que implica realizar ensayos repetidos y evaluar la consistencia de los resultados.
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