Muchas son las ventajas de implantar un sistema de gestión de calidad
Una de las partes más complicadas a la hora de implantar un sistema de gestión de calidad es la implicación de los trabajadores. Normalmente el personal tiende hacia una rutina que hace más cómodo el trabajo diario, por ello los cambios pueden ser percibidos como un obstáculo aunque a la larga proporcionen beneficios. En general resulta complicado implantar nuevos modelos que puedan cambiar completamente el funcionamiento habitual en una entidad.
El factor humano
Siendo conscientes de todo esto, es necesario implicar a los trabajadores en las tareas de generación e implantación del nuevo sistema de gestión de calidad. Se debe tener muy presente al personal que realiza las tareas para documentar las mismas. Las personas que realizan los ensayos y procesos deben estar implicadas (de forma responsable) en la elaboración de sus protocolos (incluyendo al personal de secretaria, limpieza, mantenimiento...). De hecho puede ser muy ventajoso que quien debe rellenar los registros sea también el encargado de su diseño, ya que en primer lugar estos serán más óptimos (por conocer la tarea y los datos necesarios para registrarla) y en segundo lugar porque el personal se siente más implicado al rellenar registros generados por ellos (no es habitual criticar el trabajo realizado por uno mismo).
Es muy importante dar peso a aquellos que debido a su buen hacer y experiencia estén especialmente valorados dentro de la empresa, dándoles responsabilidades y permitiendo que su experiencia aporte mejoras al sistema que se debe desarrollar. Es básico que las personas de confianza se comprometan con el proceso y logren que lo hagan sus compañeros.
El responsable de calidad
La persona encargada de la implantación del sistema de gestión de calidad debe conocer el trabajo diario de la entidad, por ello es bueno que el responsable de calidad tenga experiencia para poder plantear los cambios de forma coherente. En ocasiones se pueden ver casos donde los requisitos planteados en los procedimientos de trabajo no son viables en la práctica (por ejemplo niveles de tolerancia de equipos que no se pueden cumplir).
El responsable de calidad debe montar un sistema realista, que permita una mejora gradual. Por otra parte tiene que ser consciente de las dificultades que plantean los nuevos procedimientos para minimizar su impacto en el trabajador. También es preferible que el responsable de calidad no tenga otras responsabilidades que puedan crear conflictos de intereses. En cualquier caso debe ser un profesional del sector, que se sienta cómodo con los procedimientos técnicos y que comprenda el fundamento de los mismos.
La dirección
Por último, conviene explicar en todo momento el por qué de los cambios, los beneficios que con ellos se obtendrán y los objetivos a lograr en un futuro (acreditaciones, certificaciones, ventajas frente a la competencia, abarcar un nuevo sector de negocios, etc.). La mejora de la empresa debe ser percibida como la mejora de todos los empleados. Es bueno mantener reuniones periódicas (principalmente al principio) para comprobar los avances y la asimilación del sistema. La dirección debe hacer llegar al resto del personal su compromiso con el aporte de los recursos necesarios, así como no tolerar la falta del mismo en su personal, principalmente en los mandos intermedios.
¿Cómo hacerlo?
Calibración de los equipos, realización de auditorías internas, validación de los procesos, cálculo de la incertidumbre... estas actividades son una parte esencial de todos los sistemas. TCM dispone de profesionales experimentados en la implantación de los principales sistemas de calidad (ISO 15189, ISO 17025, ISO 17020, certificaciones Seis Sigma) y cursos especializados para cada sector.